Sobre alteraciones de la percepción visual. “Las ovejas reducidas, hoy” ¿Una formación reactiva?
Una fotógrafa contaba una anécdota divertida sobre la sorprendente experiencia de ver algunos objetos de la realidad en un tamaño que no es el que habitualmente percibe. Los objetos, unas ovejas, se habían reducido de tamaño. Una reducción notable. El fenómeno, que conocemos como micropsia1 y no responde a formación patológica alguna, se presentó de manera puntual en una artista, B, que trabaja fijando en un soporte los objetos visuales que la captan, localizando lo que la capta, revelándolo. B se dirige a las personas que la acompañaban y comenta su extrañeza ante el reducido tamaño de las ovejas. Atribuye tal disminución a la precarización de la vida en el tiempo que nos toca vivir: todo se empobrece, también los recursos naturales… La disminución que observa es signo de la deshumanización del mundo. B trabaja con el ojo, órgano relacionado con la moción escópica, operación pulsional que llamamos mirada. Y también trabaja con el Súper yo. Hablamos de lo que de idealización hay en el quehacer artístico. ¿Una reducción imaginaria del Otro articulada a una causa ideal?
El fenómeno, de carácter agnósico, se da en un momento en el que en la de la vida de B se dan una serie de circunstancias que incrementan notablemente su angustia, afecto que se desborda en las situaciones en las que experimenta el ser vista, observada, sometida a una exposición por la que será juzgada. Algo puede hacer ahí, y no es precisamente una solución sublimada, que es lo que califica su práctica de la fotografía. Lo que puede hacer, lo que hace, es una formación reactiva. Cabe añadir que la expresión habitual de esta mujer tiene cierto “tono afásico”: es frecuente que use significantes en los que la relación significante/ significado está claramente determinada por la homofonía, aunque no netamente. Por ejemplo: Ante un disgusto de importancia, dice: he tenido un socavón. Socavón por sofocón, si. Y no es un lapsus. Un socavón es un agujero grande, y grande es la experiencia que se presenta cuando el Otro la contraría; mejor dicho, cuando en el Otro se contraría. Otro que existe plenamente en la medida que otro, el semejante, la contradiga. Un Otro que existe sin contradicción, sin medida. También es interesante añadir que la coletilla que trufa sus dichos en cualquier conversación es un peristente “¿sabes?” enunciado que apunta homofónicamente tanto al ver como al saber.