Actualidades de la clínica de las psicosis

Las preguntas de la psiquiatría sobre los hechos artísticos son un ritornello quepopulariza la actitud de Prinzhorn; en sus preguntas está en el origen de esta relaciónde la que es paradigma la pregunta de Emil Kraepelin, primer recopilador de lasproducciones de los pacientes del psiquiátrico de Heidelberg entre 1890 y 1903, pregunta abierta que aún hoy sostiene la clínica de la enfermedad mental, cuando hayclínica, porque en la actualidad no es una inquietud kraepeliniana la que alimenta los interrogantes sobre lenguaje y hecho artístico. No vamos a insistir en la historia de esta relación, son muchos los nombres propios que significan verdadero magisterio, pero sí mencionamos la “cadena de transmisión” que nos hace llegar el querer saber de las actualidades de la clínica , cuestión de transferencia: Kraepelin, Clérambault, Freud, Lacan, Tosquelles y Oury, por establecer una serie ordenada por el magisterio1, el amor a la clínica y el empeño en la transmisión del saber hacer con lo humano. A Jean Oury y a Francesc Tosquelles no los citamos solamente por su relación con los artistas ni por su interés por las producciones “al margen de la norma”2, sino por su insistencia en despojar de ruido los conceptos hasta acercarlos a algo con lo que poder hacer avanzar políticamente la clínica. Porque la clínica analítica es una política de la experiencia, experiencia de saber de la estructura del lenguaje, de la sinthomatización propia, y no es ajena a la ética ni a la estética, a lo que tiene que ver con lo sensible, con el cuerpo como re-presentación, con los agujeros corporales, con la pulsión, con el modo de gozar de cada cual.

La clínica psicoanalítica tiene que ver con las observaciones sobre el fenómeno, pero no es una fenomenología; para que haya clínica, en psicoanálisis, ha de haber síntoma, relación entre el sujeto portador de la demanda y el fenómeno que se manifiesta como malestar. Ha de haber de esa relación: lo que circula entre el sujeto y el fenómeno dirigido a un sujeto al que se le supone un saber sobre el síntoma, y actualmente lo que relaciona el fenómeno con su regulación no es exactamente la clínica, es la fármaco-bio-clínica y eso incide en la nomenclatura fenomenológica.
Fenómenos de la actualidad. Citamos de nuevo a Frances “Debemos asumir parte de la responsabilidad de las epidemias de autismo, déficit de atención y trastorno bipolar adulto. Sin embargo, las epidemias están impulsadas por muchas otras fuerzas convergentes y poderosas: la venta de diagnósticos por parte de las empresas farmacéuticas, líderes de opinión irresponsables, pacientes y médicos crédulos (…) Internet y las redes sociales (…) los sistemas asistenciales escolares que fomentan el diagnóstico del autismo para acceder a prestaciones adicionales”3.

Transmitir el trabajo que hemos hecho en el Macba desde 2002 siempre ha sido costoso. Aunque tratamos de formularlo con simplicidad, en los márgenes del dispositivo es costoso que se entienda. Muchas veces nos han preguntado ¿qué es esta aplicación si no es terapéutica? Bueno, no es terapéutico su objeto primero; sabemos que el efecto terapéutico, si hay trabajo, se va a dar, pero no es lo que define al dispositivo en términos absolutos. No es que los psicoanalistas andemos faltos de voluntad terapéutica, pero en las psicosis no hay nada que curar, nada que no esté como psicopatológico en cualquier otra personalidad. Las psicosis no son ni lo que resulta de un déficit ni sus fenómenos son manifestaciones patológicas, sino soluciones terapéuticas: Schreber relata los momentos dramáticos que experimentó durante el proceso de su construcción delirante, escribió sus memorias desde “las encrespadas olas del frenesí alucinatorio y el oleaje borrascoso y turbio de los procesos morbosos agudos”4.

La clínica psicoanalítica tiene que ver con los fenómenos, pero no es lo que trata. Un fenómeno no es un síntoma; para que haya clínica, en psicoanálisis, ha de haber síntomas, y un síntoma es lo que resulta de la relación entre el sujeto portador de la demanda y el fenómeno que se manifiesta como malestar. Ha de haber de esa relación, de lo que circula entre el sujeto y el fenómeno dirigido a un sujeto al que se le supone un saber sobre el síntoma. Actualmente, lo que relaciona el fenómeno con su regulación es la fármaco-socio-clínica y eso incide en la expansión una nomenclatura fenomenológica redundante y vacía. No es costoso pensar que lo que comanda los flujos transferenciales significa el aplastamiento de la subjetividad. Fenómenos de actualidad.

Del psicoanálisis implicado5 discursivamente se puede conocer la episteme y aplicarla al conocimiento de otros campos del saber, pero de la operación analítica solo se puede decir por la experiencia de saber del no querer saber del goce propio que se manifiesta, una y otra vez, sintomáticamente. Se sabe por ese saber o por la posibilidad de inventar el modo de encarnar el saber de lo más propio, de hacer cuerpo con él sinthomáticamente. Y esto puede ser complicado con las esquizofrenias; o quizá no tanto si estamos dispuestos a aprender de su trabajo para ex-sistir.

La transferencia analítica es el dispositivo analítico. Algo se conjuga en el acto de leer, y ese algo tiene que ver con lo escópico (la mirada), con lo oral y con lo invocante (la voz). Otra vuelta más. Así pensado, nos acercamos al término disposi- tivo como esa construcción en la que se conjugan dimensiones pulsio- nales (lo que acontece entre los dos lugares, el del analista y el del otro) y los efectos de esa conjugación en el sistema. Y lo que resulta de esa lectura tiene que ver con lo propio de cada lector. Lo propio. Nos acercamos a la noción de estilo, del estilo que es aquello que Buffon definió como “el estilo es el hombre mismo” y que Lacan retoma en una pregunta “¿Suscribiríamos la fórmula: el estilo es el hombre, con solo prolongarla: el hombre al que nos dirigimos? (…) Es el objeto a, el que responde a esa pregunta (…)”78. De esta observación se desprende: el estilo es lo que informa la causa del deseo, el modo con el que el sujeto trata la falta, lo legible de ese tratamiento.

Volvemos a la afirmación “la transferencia analítica es el dispositivo analítico”. En términos muy simples podemos decir que transferencia es una noción que implica la ex-sistencia de un lugar. En la estructura misma de lo enunciado hay también dos maneras de nombrar un lugar, no dos lugares: el objeto y su atributo, lo que lo identifica. Una cosa es la otra, y el analista opera con eso que significa la identificación. Freud se plantea la dificultad del acceso analítico en las psicosis en razón de que no tienen otro objeto que sí mismos; lo curioso de esta observación es que Freud la considera al mismo tiempo que señala que el desencadenante de Schreber6 es una relación transferencial. Freud se pregunta sobre cómo operar analíticamente con estas estructuras y sobre lo que legitima la intervención del analista cuando no hay síntoma a interpretar, porque la interpretación se construye en transferencia, condición de todo tratamiento analítico, y en la psicosis no cabe ese uso con el que abordamos las neurosis que llamamos amor de transferencia, amor al saber, y que es condición necesaria para que un análisis sea posible.

Así, ¿de qué se trata cuando hablamos de psicoanálisis en el trabajo con sujetos psicóticos? Lacan habla de tratamiento de las psicosis, no habla de cura. Es interesante observar el uso de los términos tratamiento y cura en el título de dos escritos contemporáneos, ambos de 1958; en el primero aborda la psicosis y en el segundo, de manera clara, las neuro- sis: por el orden referido, los escritos son: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis”7 y “La dirección de la cura y los principios de su poder”8. Una cura comporta la temporalidad de un tratamiento y conlleva la aplicación, exitosa o no, de un remedio para que remita un mal. El término tratamiento alude al uso y manejo de algo. Mientras que en las neurosis los fenómenos con los que se manifiesta el malestar tienen que ver con una significación estable a desestabilizar, para sintomatizar analíticamente, en las psicosis si esos fenómenos son una significación estable, ya son un síntoma por lo que el abordaje analítico va en sentido contrario a las neurosis, dirigiendo el trabajo a que el sujeto pueda asegurar sinthomáticamente esa estabilidad.

Lacan disiente de la posición freudiana respecto al tratamiento analítico de las psicosis y lo que plantea es cómo manejar la transferencia en las psicosis: esa es la cuestión preliminar, ya que en estas estructuras la transferencia tiene un carácter erotomaníaco y persecutorio porque el sujeto psicótico solo se tiene a sí mismo como objeto: el psicótico es el que sabe de su síntoma por lo que no cabe la suposición de saber en transferencia; si la hay será persecutoria o erotomaníaca y eso siempre es complejo de manejar. Es complejo, pero es posible; es un trabajo posible y es lo que explica que en este dispositivo nuestro haya habido demanda por parte de los que son pacientes de los Centros de Día. No hablamos de las instancias que solicitaron un espacio de trabajo al Macba, sino de las personas que han trabajado con nosotros durante todos estos años. No hubo desciframiento de nada, evidentemente, como cabría esperar en el tratamiento del síntoma neurótico, porque no hay nada que descifrar; sino tratar de saber cómo se construye la posibilidad de cifrar de manera que el sujeto se reconozca en la estructura, en su funcionamiento, y pueda capturar el exceso de goce y nombrarlo. Ese exceso en las psicosis no se ha tratado por las vías de la represión y sus articulaciones con el Ideal, y aunque eso no siempre funciona como solución para el neurótico, por eso hay síntomas, ahí cabe la suposición de saber, el amor al saber en trasferencia, y los síntomas se pueden analizar. En las psicosis hay otras complejidades, pero en definitiva en ambos tipos clínicos se trata de modificar la relación con los fenómenos, de sint(h)omatizar, de poner en forma eso que no está informado.

Para Freud y para Lacan la enfermedad es la norma, lo normal. Recordamos El malestar en la cultura que, literalmente, no es otra cosa que localizar en algún lugar la molestia, y ese lugar, la cultura, el Otro lacaniano, es lo que caracteriza a “ese sujeto estrambótico que es el hombre”9. Lo que Lacan designa como estructuras freudianas no indica modos psicopatológicos de causa deficitaria, sino variantes de clínicas de la estructura del lenguaje, posiciones subjetivas, tipos humanos que se distinguen por su relación con lo faltante o por su falta de relación. No negamos lo patológico, es lo que se manifiesta cuando una circunstancia desestabiliza esas posiciones, pero de ninguna manera afirmamos que la locura es patológica, por lo que no cabe decir que hemos trabajado con enfermos mentales.

  1. Clérambault es el único maestro que reconoce el psiquiatra Lacan; sobre Clérambault, Lacan dice: “Clérambault conocía bien la tradición francesa, pero era Kraepelin quien lo había formado, en quien el genio de la clínica era llevado a lo más alto”, Lacan, J. “De nuestros antecedentes”, Escritos 1, S. XXI,Buenos Aires, 1998, p.60.
  2. Al constituir un fondo o colección bajo enunciados que significan la producción al margen de la norma,la producción se normaliza al incluirse en los circuitos que establece la función museo. El interés de Dubuffet por las producciones de sujetos psiquiatrizados da lugar a la Colección Art brut de Lausanne. Por otra parte, toda producción del lenguaje es cultural, el Otro es lo cultural, ninguna producción humana queda al margen del lenguaje, pero no todo grafismo es producción artística.
  3. Frances, A. ¿Somos todos enfermos mentales? Manifiesto contra los abusos de la psiquiatría, Ariel, Barcelona, 2014, pp. 201-202.
  4. Schreber, D.P. Memorias de un enfermo nervioso, trad. de Ramón Alcalde, Ed. Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1979, p. 196.
  5. Alejandro Arozamena habla de psicoanálisis implicado para referirse a la presencia en otros discursos de lo que procede del discurso psicoanalítico; un ejemplo, El arte no es la política, la política no es el arte. Despertar de la historia, ed. de Alejandro Arozamena, 34, Brumaria, Madrid, 2015.
  6. Freud en su escrito sobre Schreber titulado “Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (dementia paranoides) autobiográficamente descrito” (1910), aisló el mecanismo de la paranoia y la función del delirio abriendo el campo de interés que suscitó una producción literaria, Memorias de un neurópata, de Daniel Paul Schreber, publicadas en 1903. Lacan aborda la función del escrito en las psicosis y la lectura que Freud hace del caso Schreber en el seminario sobre las psicosis, en el escrito contemporáneo a este seminario y en la presentación de la traducción de las memorias del presidente Schreber: Lacan, J. Las psicosis, S. 3, Pai- dós, Buenos Aires, 1991; Lacan, J. “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, Escritos, Siglo XXI, México, 1998, y Lacan, J. “Presentación de las memorias de un neurópata. Publicado en 1966 en Cahiers pour L’analyse”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.
  7. J. Lacan: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis”, Escritos 2, S. XXI, Buenos Aires, 1984.
  8. Lacan: “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 2, S. XXI, Buenos Aires, 1984.
  9. Lacan, J. Las psicosis, S. 3, Paidós, Buenos Aires, 1991, p. 140.