La medida trans.
Breve situación de algunos aspectos históricos sobre el contexto intelectual y clínico en relación a la noción de trans, posición sexual discursiva, social.
Trans. La idea de tránsito implica necesariamente dos lugares; al menos dos, relación entre dos, por desplazamiento o por travesía. Trans. Siempre a través de dos; nexo que determina la diferencia, la localización de lo que falta. Falta que da lugar a la metonimia del deseo, a su infinita re-presentación; a su especificidad sexual y a lo netamente inespecífico, a lo propiamente trans.
Promover la distinción entre lo biológico y lo discursivo no es una producción exclusiva de los feminismos postmodernos: La medicalización de las categorías sexuales es contemporánea al origen del psicoanálisis. Localizamos los primeros usos de esta institución entre 1869 y 1910, intervalo que ubica también el trabajo de Freud con Charcot en La Salpetriêre, la colaboración con Breuer, la publicación de Totem y tabú y la fundación de la APA, referencias que señalan puntos de encuentro entre la medicina y las ciencias sociales.
En el ámbito médico, el primer uso moderno del término trans lo ubicamos en 1869, año en el que Westphal publica un artículo llamado “Die contrare sexualempfinding” (un caso de una biomujer trans de 30 años). En 1886, Richard von Krafft Ebing publica su Psychopathia Sexualis, compendio de casos que representan narrativas perversas de prácticas sexuales no orientadas a la reproducción. Magnus Hirschfeld (1868-1935), sexólogo alemán, médico y escritor, plantea el estado sexual intermedio o tercer sexo, acuñando en 1910 el término átravestido para designar lo que actualmente llamamos transexualidad, travestismo y feminidad masculina, y en 1931 el de transexualismo mental. En 1913, Havelock Ellis (1859-1939) habla de eonismo, refiriéndose al Caballero de Eon, y de inversión sexo-estética, diferenciándola de la inversión sexual… Las clasificaciones de Ellis establecieron la separación entre homosexualidad y transexualidad.
En los años 30, en el campo antropológico es insoslayable la investigación de Margaret Mead, antropóloga y poeta estadounidense, que en 1935 publica Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas, ámbitos culturales de Nueva Guinea, exponiendo sus observaciones sobre la indiferenciación sexual en dos de las comunidades estudiadas. También en este momento de la historia, en 1931, se documenta la primera operación genital (caso de Lili Elbe, bajo la supervisión de Hirschfeld). A partir de este momento, la transexualidad será inseparable de las tecnologías psiquiátricas (adaptabilidad mental, propuesta por Caldwell) y las médico- quirúrgicas, que posibilitan la modificación anatómica que habitualmente se designa como cambio de sexo.
Damos un salto de 20 años para retomar producciones biomédicas de importancia por su incidencia en el pensamiento de la sexuación contemporánea: John Money, en el ámbito de la psicología, es un referente capital para ubicar el asentamiento y la incidencia del término género para definir lo masculino y lo femenino como producción cultural al margen de la sexualidad biológica. Son los dichos los que dan a ver el estatuto sexual. Money acuña en 1969 el sintagma identidad de género y describe la transexualidad como «Un problema de identidad de género en el que una persona manifiesta con convicción persistente y constante el deseo de vivir como miembro del sexo opuesto, y progresivamente enfoca sus pasos hacia una vida completa en el rol del sexo opuesto».
Stoller publica Sexo y género en 1968, e introduce la noción identidad de género para diferenciar sexo de género. Lacan se refiere al estudio de Stoller en el seminario 18, De un discurso que no fuera el del semblante (1971), destacando la calidad de sus observaciones clínicas y la no contemplación de la noción de forculsión en el establecimiento de la operativa identitaria. Stoller recoge casos de transexualismo y propone que el sexo está ligado a la naturaleza y el género a la idealización de la pertenencia, sin que esto superponga necesariamente.
En la década siguiente el feminismo académico argumenta en torno a los usos de la oposición (sexo =/ género) para pensar las construcciones de lo femenino y lo masculino en los distintos ámbitos socioculturales. Por otra parte, a partir del estudio etnográfico de la modalidad sexual, el ámbito teórico feminista se va desprendiendo del binarismo que comportan las nociones de heterosexualidad y género dando lugar a un modelo que representa la multiplicidad de posiciones constituyendo lo que conocemos como teoría queer siendo J. Butler un referente teórico fundamental que sostiene, con los textos de Freud, Foucault y Lacan, que la sexualidad es una construcción cultural. En Butler, el ideal de género se argumenta como una respuesta normativa vinculada a la reproductibilidad heterosexual, al margen del carácter lábil del sujeto como construcción de lenguaje en formación, uno por uno, por lo que toda identidad es inconsistente. Este es el origen de las teorías transgénero, el rechazo de toda normalización a los órdenes sexuales establecidos, asignados, negando toda identidad como posibilidad y toda identificación como posición estable.