Hacer público, hacer político

¿Cómo pensar el espacio público hoy?, ¿qué lo construye? Hacer público, además de hacer patente y manifiesta una cosa, es producir algo que no es de orden privado sino del común, de lo regulado políticamente en su sentido extenso y que permite “concebir el público como una noción plural y contestada, defendiendo que los derechos de los ciudadanos a usar el espacio público deben basarse en reafirmar identidades, revertir desigualdades y preservar diferencias (…) Este derecho a la ciudad encuentra su condición de expresión natural en el espacio público, es en él donde se busca revertir una situación de necesidad o privación, opción política antagónica o un modo no reglado de recrear vínculos de sociabilidad, en un juego de confrontación entre públicos y contra-públicos que reproducen o desafían la concepción dominante de las relaciones sociales”1. En este hacer público, ciudadano, se acordaría la consistencia de los vínculos entre las individualidades y los proyectos colectivos, acuerdos que hoy, paradójicamente, dan lugar a una textura densa de privacidades que garantizan el devenir precario de lo público. La definición de lo público ya no se construye en los ámbitos ético y jurídico, sino en el espacio de la divulgación que resulta de la liberaliza- ción de los mercados y de la expansión del capitalismo cognitivo.

¿Qué legitima lo público hoy? Citaremos un par de momentos de la reflexión política freudiana para pensar la causa y la mecánica de las construcciones de lo público en las últimas luces de la modernidad, su naturaleza amorosa y el fracaso de sus soluciones. El amor, como función reguladora, es la primera acción política en la que el sujeto se implica, acción del significante no necesariamente vinculada al acto, ya que el significante no es otra cosa que la representación. Pensarlo con Freud es una manera de formular preguntas sobre la deriva actual de los fracasos del amor y de la exigencia moral, hoy de la pulsión de muerte en la expresión más civilizada del ser hablante, el cuerpo público, lugar de los enunciados y paradigma del discurso universal. Del hacer público, Freud estudia la constitución y el producto que proviene de las masas artificiales y lo que viene de las formaciones colectivas2 en las que el vínculo se constituye mediante la identificación entre los individuos y la función apaciguadora del  objeto que aúna, líder o principio rector, que representa al Ideal del yo. El Ideal del yo es la figura de los significantes del amor que representa al agente en el discurso del amo, pero el amor, el significante del amor representado en los subrogados del Ideal del Yo, si bien funciona como articulador entre los individuos, no va más allá de moderar los efectos del goce. Esa moderación es la política de la que Freud hace un desarrollo extenso en El malestar en la cultura abriendo camino a saber de lo que se plantea como irresoluble en Psicología de masas: el Superyó como causa del fracaso de la acción del Ideal del Yo en las dinámicas de la regulación social. La función amor fracasa y no pueden extinguir la agresividad y la culpa efecto de la renuncia pulsional: “Cada renuncia de lo pulsional deviene ahora una fuente dinámica de la conciencia moral; cada nueva renuncia aumenta su severidad e intolerancia, y estaríamos tentados de profesar una tesis paradójica: la conciencia moral es la consecuencia de la renuncia de lo pulsional; de otro modo, la renuncia pulsional impuesta desde afuera crea la conciencia moral, que después reclama más y más renuncias”3.

El psicoanálisis es la clínica del descubrimiento: de lo que hoy sabemos más, estaba ahí, en silencio. Wo Es war, soll Ich werden4 – allí donde ello estaba, el yo debe advenir – , yo inconsistente en las esqui- zofrenias porque la imagen unificadora no se puso en juego no permitiendo al infans localizar en una imagen lo que experimenta como una suma de sensaciones. Así, en esa ficción, se establece la primera realidad psíquica del ser hablante, el Yo ideal que representa la imagen arcaica que el individuo tiene de sí y que se constituye en la experiencia imaginaria que establece la dualidad interior-exterior, matriz de las identificaciones posteriores. ¿Cabe pensar el construir, analíticamente, la matriz necesaria para que el asentamiento sinthomático sea posible cuando la cadena significante se ha roto? La posibilidad está ahí, en la estructura del lenguaje y en la del dispositivo analítico, porque con esa estructura, con sus políticas, hacemos ahí.

¿Cómo ocurre esta construcción sinthomática [en las psicosis]? Hemos observado que  en todos los casos5 , mediando el uso de la transferencia analítica, la producción significante se ha ordenado de manera que alrededor de lo que no está constituido, el yo primario, algo se modifica. Una prótesis yoica se modifica; un modo significante se pone en forma restando campo a la pulsión de muerte y dando lugar a un significante que obtendrá cierta consistencia de significante primero (S1). ¿Un invento? Descubrimiento, no invento: el psicoanálisis lo inventó Freud, y lo que hemos descubierto es que eso que estaba ahí, en potencia, puede acontecer usando esta aplicación más allá de los tratamientos individuales. Insistimos en diferenciar descubrimiento de invento. Alrededor de este dispositivo ha ido apareciendo con cierta frecuencia y en el ámbito psicoanalítico, el término invento; aparecer impropio si se vincula al quehacer del analista que no es otro que el que corresponde a poder hacer ahí con la unicidad de la demanda. De haber invento, será por parte de la institución que lo propone. Quizá el único invento de esta institución, dada la ausencia de precedentes y el conocimiento que se deriva de esta práctica. Donde sin duda se dio el invento es en los usos del lenguaje por parte de los colaboradores que lograron construir el rudimento de una prótesis de lo faltante en lo que no falta ahí, en la estructura de su lenguaje, y trabajar con ello. Ahí, sin duda, hay invento. Y ese invento tiene que ver con lo que definimos analíticamente como el pasaje transferencial de la demanda al deseo de manera tal que se puedan construir formaciones vinculantes, simbólicas, al margen de la relación dual, especular.

 

Es importante hacer público lo público, encontrar la manera de trasmitir los logros políticos y científicos6 que provienen de una experiencia en el espacio público y con cargo al gasto público. Hubo acercamientos periodísticos interesados en hacer noticia de este trabajo pero no respondimos a ese intento porque no había noticia32; había trabajo, un estudio sobre las producciones del lenguaje con sujetos que sostienen su participación porque desean trabajar y disfrutan de ese trabajo, y eso no es noticia.  Que no haya noticia puede ser un problema porque afecta a la actualidad del espacio  público, tanto a su presente como a las formalizaciones que puedan operar sobre sus objetos de estudio. Sería fácil si el trabajo estuviese asociado a la estadística, al  escándalo o resultase de la presión generosa de los programas de impacto social; los unos y los otros hablan de accesibilidades, integraciones, terapéuticas, autismo, esquizofrenia, enfermos… De lo que estas políticas hablan es de indicadores y de estadística usando el capital simbólico que genera su publicidad vinculada al sistema financiero. Nosotros hablamos de hechos de lenguaje, de sujeto y subjetividad, de identidad e identifica- ción, de usos políticos de la estética, de investigación y del beneficio que cada sector implicado puede obtener de esta práctica; hablamos también del abuso diagnóstico enlazado al prejuicio pronóstico y a la rentabilidad del discurso pseudo científico; hablamos de autoritarismo y de perversión intelectual, porque pensar no solo es trasmitir supuestos ideológicos: “Pensar es afrontar una línea en la que necesariamente se juegan la muerte y la vida, la razón y la locura, una línea en la que uno se halla implicado. Pensar solo es posible en esa línea mágica que noforzosamente conduce a la perdición: no estamos fatalmente condenados a la locura y a la muerte”7.

 

  1. Berroeta, H. y Vidal T. “La noción de espacio público y la configuración de la ciudad: fundamentos para los relatos de pérdida, civilidad y disputa”, Polis, 31, 2012, Online since 12 December 2012, connection on 14 October 2014. URL : http://polis.revues.org/3612
  2. “En la Iglesia – con ventaja podemos tomar a la Iglesia católica como paradigma – , lo mismo que en el ejército, y por diferentes que ambos sean en lo demás, rige idéntico espejismo ilusión – a saber: hay un  jefe, Cristo en la Iglesia católica, el general en el ejército – que ama por igual a todos los individuos de la masa. De esta ilusión depende todo; si se la deja disipar, al punto se descomponen, permitiéndolo la compulsión externa, tanto Iglesia como ejército”. Freud, F. “Psicología de las ma- sas y análisis de yo”, O.C., T. XVIII. Amorrortu, Buenos Aires, 1979, pp-89-90.
  3. Freud, S. “El malestar en la cultura”, O.C., T. XXI, Amorrortu, Buenos Aires, 1979, p.128.
  4. Al finalizar la conferencia 31 Freud expone que el propósito del psicoanálisis consisten en: “(…) fortalecer al yo, hacerlo más independiente del superyó, en- sanchar su campo de percepción y ampliar su organización de manera que pueda apropiarse de nuevos fragmentos del ello. Donde Ello era, Yo debo advenir”. Freud, S. “La descomposición de la personalidad psíquica”, C. 31. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932]), Amorrortu, Editores, Buenos Aires, 1979.
  5. Nos referimos a lo que se deriva de la clínica desarrollada en el Macba, novedad institucional que pone de relieve que no hay nada nuevo en lo que respecta al dispositivo analítico. El dispositivo es la posición del analista, esa función que trabaja con la suposición de saber que el paciente le otorga o con la posibilidad de testimoniar del saber en el trabajo con las psicosis. La novedad de esta propuesta es el alcance social, su operatividad y su economía en un momento en el que estos supuestos caducan porque lo privado va ocupando la porosidad que da consistencia al espacio público. Rodríguez Garzo, M. Esquizofrenias y otros hechos de lenguaje. Macba clínico (2002-2013), 2º ed., Brumaria, Madrid, 2015, p. 56
  6. Usamos el término científico para situar un resultado que si bien no proviene de los métodos de la ciencia tal como se entiende hoy, participa de algunos aspectos que no son los propios del método   analítico, a saber: el uso de un protocolo y lo que resulta del “valor estadístico” de la muestra, formulado como “en todos los casos en los que se ha constituido la matriz simbólica que pudiera alojar una construcción sinthomática, el proceso ha sido equivalente en lo que atiende a la modificación”. Por otra parte, compartimos con Miller sus aproximaciones a la relación ciencia – psicoanálisis: “El psicoanálisis es una manera de tomar el lenguaje materialmente, es decir como hechos. Añadiría que la ley que opera en el psicoa- nálisis no es pensable fuera de la emergencia del espíritu científico en el mundo. Por tanto, esto iniciaría una dialéctica entre ciencia y psicoanálisis”. Miller, J.A. “El psicoanálisis, su lugar entre las ciencias” Conferencia, Jerusalén, 1988. psicoanali- sisyciencia.wordpress.com/…/el-psicoanalisis.
  7. Deleuze, G. “Retrato de Foucault”, en Conversaciones 1972-1990, Ed.e www. philosophia.cl/ U.Arcis