Sobre las nociones de imagen e ideal, con Wittgestein

Esta nota introduce un acercamiento filosófico a lo sublime, lo absolutamente grande en términos kantianos, ajeno al concepto analítico de sublimación. No nos vamos a ocupar de la relación entre lo sublime y la sublimación como operación psíquica, aunque  trataremos de situar algunos aspectos en relación a la sublimación que no nos distraen de lo que nos ocupa: pensar la escritura y su expresión artística.

Cito a Isidoro Reguera, traductor e introductor de la obra de Wittgentein en el ámbito hispano. “La vida de Wittgenstein es la clave de su obra. Y esa unidad de vida y obra es la clave del «algo» fascinante de lo que estamos hablando. Y la clave de esas claves aparece  en la conocida frase de su cita predilecta y repetida, la expresión de Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon: «Le style, c'est l'homme». Hay que pensarlo bien: el estilo es el hombre, el hombre es el estilo, y nada más que el estilo. O el estilo es el pensar,  el pensar es el estilo, y nada másque el estilo. O el estilo es la verdad, la verdad es el estilo, y nada más que eso. O el estilo es la filosofía, etcétera. La persona, el pensar, la filosofía, la verdad por sí misma y la verdad de todo ello, es cosa de estilo. No hay otra verdad  que el estilo, no hay otra filosofía que el estilo, no hay otra vida que el estilo (de vida)… La verdad es un estilo de verdad, la filosofía es un estilo de pensar, la vida es un estilo de honradez y decencia…”. Según el diccionario de la RALE el término latino stilus designa  el instrumento con el que se escribe, punzón que incide en la tablilla de cera, y también la manera de escribir del escriba. Esta significación pone en contacto nociones como rastro o huella, uso y escritura, todas ellas constituidas y constituyentes del Otro. Ricardo Soca  (fundador en 1966 de www.castellano.org ) dice que es errónea la afirmación del Diccionario de la Real Academia de que esta palabra latina proviene del griego stylos ‘columna’. En realidad, no hay relación etimológica entre stylos y stilus; el origen más remoto  que conocemos de esta última está en el sánscrito tigmas ‘puntiagudo’, que dio el indoeuropeo steig- ‘clavar’, ‘punzar’, del cual se derivó el sustantivo griego stigma, que llegó a nosotros como estigma. Stigma dio lugar en griego al verbo stizein ‘pintar’,  ‘marcar con un instrumento punzante’, del cual proviene stilus. Lacan, en la Obertura a los Escritos1 también recoge el enunciado de Buffon, “El estilo es el hombre”, y añade: al que  nos dirigimos. No propone la dirección hacia un semejante, habla del Otro. De la relación/ ubicación del sujeto en la cadena significante.

Wittgenstein: «El nombre ideal es un ideal; es decir, una imagen, una forma de presentación hacia la que nos inclinamos. […] En cierto sentido a esta idea bien se le podía llamar así elevada; se convierte en ello porque consideramos el mundo entero a través de ella.  Pero no es más importante que el que nos aclaremos con respecto a qué fenómenos, qué casos sencillos, prosaicos, son el prototipo que nos lleva a esa idea. Esto quiere decir: Cuando estés tentado de hacer enunciados generales metafísicos pregúntate (siempre): ¿En  qué casos pienso propiamente? –¿Qué caso, qué representación me ronda la cabeza entonces? Esta pregunta opone cierta resistencia en nosotros porque nos parece poner en peligro el ideal: mientras que sólo la hacemos para ponerlo en el lugar que le corresponde.  Puesto que ha de ser la imagen con la que comparemos la realidad, con la que representemos cómo suceden las cosas. No una imagen con la que volvamos a falsificar la realidad. Por eso preguntaremos una y otra vez: “¿De dónde sale esa imagen? para la que  queremos reivindicar un significado tan general. La concepción sublime me obliga a rehuir el caso concreto, ya que lo que digo no se acomoda a él. Me muevo entonces en una región etérea, hablo de signos auténticos, de reglas que tiene que haber (aunque no pueda decir dónde & cómo), – & entro “en terreno helado y resbaladizo”2.

Entre los muchos estudios a los que se dedicó Wittgenstein (física, aeronáutica, arquitectura, música…) en los primeros tiempos de Cambridge tuvieron lugar los experimentos psicológicos sobre el ritmo en el lenguaje y en la música, que hizo precisamente con David  Pinsent. Se propone la redacción del Tractatus… poco después de la muerte de Davis (1914), hombre de quien quizá estaba enamorado.

En el ámbito analítico sublimación es un concepto que interroga una operativa para el que no hay una teoría cerrada, ni en Freud ni en Lacan. El concepto junto a las nociones de idealización e identificación constituye el núcleo de la metapsicología freudiana,  conceptos que son formaciones que articuladas a distintas modalidades del pensamiento, médico, filosófico, estético, físico… se van configurando en función de la clínica y de una concepción dinámica de la teoría. Una teoría en permanente proceso que de  construcción. Y esto interroga la escritura freudiana, texto fundante que leído con Lacan interroga la constitución y las dinámicas de la metáfora y la metonimia. “La chispa creadora de la metáfora no brota por poner en presencia dos imágenes, es decir dos  significantes igualmente actualizados. Brota entre dos significantes de los cuales uno ha sustituido al otro tomando su lugar en la cadena significante, mientras el significante oculto sigue presente por su conexión metonímica con el resto de la cadena (…) la metáfora  se coloca en el punto preciso donde el sentido se produce en el sinsentido”3.

Freud, a partir de 1905, convierte el uso de la idea de sublimación en una herramienta de su teoría. Deja de ser una metáfora para convertirse en interpretación de metáforas, figura que da cuenta de sí misma y del proceso mismo de la producción metafórica.  Wittgenstein usa la figura de la sublimación, proceso que favorece la purificación de los metales eliminando lo impuro en un compuesto heterogéneo, para explicar su metáfora de la lógica, un «terreno helado en donde falta la fricción”4.

 

  1. “Obertura de esta recopilación”, Escritos 1 (octubre 1966): “El estilo es el hombre mismo” [cita de Buffon], se repite sin ver en ello ninguna malicia, ni  inquietarse de que el hombre ya no sea una referencia tan segura. Y continúa más adelante: “…el estilo es el hombre, con solo prolongarla: el hombre al que nos dirigimos”.
  2. Wittgenstein, L. Movimientos del pensar. Diarios 1930-1932/1936-1937, ed. de I. Somavilla, trad. de I. Reguera, Pre-Textos, Valencia, 2004, pp. 104-105.
  3. Lacan, J.: «La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud», Obras escogidas, v. 1, trad. de T. Segovia, Barcelona, 2006,RBA, pp. 487-488.
  4. Wittgenstein, L.:  Investigaciones filosóficas, trad. de A. García Suárez y U. Moulines, Barcelona: Crítica, 2010, p. 495. Referido en Infante del Rosal, F. “La figura vertical. Consideraciones analíticas sobre la idea de sublimación en Freud”, En ningún lugar: el paisaje y lo sublime,  Universidad de Sevilla, Sevilla 2015, pp. 230-272.