Sobre la identidad y el cuerpo
La identidad existe lógicamente como condición necesaria para operar científicamente. Es un operador, un unificador al servicio de la ciencia. En un sentido extenso, la identidad es una unificación y un quehacer político con las identificaciones al servicio de la unificación. Unificación necesaria que esta en el origen de toda subjetivación, producto de la constitución yoica y condición y residencia de cualquier idealización.
Freud, en Psicología de masas y análisis del yo sitúa tres mecanismos en el proceso de la identificación: la identificación al padre por el amor, estabilizando la realidad; identificación a lo que falta en el semejante, y la identificación a un rasgo del Otro, trazo único en Freud, rasgo unario propuesto por Lacan.
La lectura lacaniana del texto de Freud da lugar a sustituir la noción de identificación por la de propiedad (la de tener un cuerpo, o un cuerpo a tener) articulada a la de escritura necesariamente vinculada a lo que designamos rasgo unario. Lacan tradujo como unaire la noción freudiana trazo único, Einziger Zug, empleada por Freud en Psicología de las masas y análisis del yo para explicar los caracteres de la identificación. «Esta mirada del Otro, debemos concebir que se interioriza mediante un signo. Con eso basta. Ein einziger Zug»1. La noción de rasgo unario aparece en el texto de Lacan en 1962, y lo plantea como el significante en el que reside lo esencial del afecto que llamamos repetición. La re-petición está relacionada con la necesidad, la demanda y el deseo, y se define como la conmemoración de un goce producido por el encuentro con el Otro, encuentro que articula el significante del Otro y la imposibilidad de satisfacer su demanda.
Tener un cuerpo. Un cuerpo ¿qué es?, ¿por qué no es un organismo?, ¿no es algo así como la unidad que da lugar a la organización biológica del ser humano? Un cuerpo, lo decimos con Artaud, es una construcción: “El cuerpo es el cuerpo/ Está solo/ Y no necesita de órganos/ El cuerpo no es jamás un organismo/ Los organismos son los enemigos del cuerpo”2. Un cuerpo es una construcción insustituible, compuesta biológicamente de órganos sustituibles. Así, entre cuerpo y organismo hay relación, pero no identidad, aunque todo organismo sea un cuerpo en un sentido extenso.
¿Qué es un cuerpo?, ¿qué dice de la identidad? Para el discurso analítico la identidad no existe más allá del tener en cuenta lo que proponen los discursos que se sostienen en la idealidad, como el discurso científico que supone el axioma de la identidad para desarrollar las relaciones entre los objetos: un objeto es igual o diferente de otro objeto; pero la identidad no existe: no hay objeto que sea igual a otro, y esta desigualdad es el fundamento de la unicidad del sujeto. Un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante, pura re-presentación que se registra simbólicamente como significante uno, rasgo unario en Freud y matriz del sujeto en tanto hay otro significante, el dos, que es el que ubica al sujeto en la cadena significante, el que determina la subjetividad. Imaginariamente se registra como lo que constituye el Yo y su imagen especular, paradigma de la diferencia en el registro de lo imaginario propuesta por Freud como identificación para suplir la imposibilidad de la identidad; en lo real, en lo indecible, no hay ni identidad ni identificación posible. Un cuerpo es lo que sucede entre un organismo y los registros de la realidad humana, pero ¿cuándo es el cuerpo el lugar primero? Cuando la Imago aporta al viviente lo que lo unifica imaginariamente, la imagen de un cuerpo. Este cuerpo imaginario será soporte del yo y del cuerpo primero, el de la discordia, presente como organismo fragmentado. La unificación que convierte en cuerpo la individualidad orgánica la introduce el significante, el cuerpo simbólico, que es lo que da lugar a que el cuerpo sea uno, el de cada cual, en tanto cuerpo dicho. Porque una cosa es el cuerpo y otra el organismo, esa estructura determinada por un conjunto de órganos y por lo que rige su funcionamiento. El estadio del espejo sienta las bases de lo que llama el registro de lo imaginario, dando cuenta de que el sujeto para ingresar en la realidad y en la representación de sí requiere de la acción enajenante de la imagen especular: “ El hecho de que su imagen especular sea asumida jubilosamente por el ser sumido todavía en la impotencia motriz y la dependencia de la lactancia que es el hombrecito en ese estadio infans, nos parecerá por lo tanto que manifiesta en una situación ejemplar la matriz simbólica en la que el yo se precipita en una forma primordial, antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto”3. Así, el cuerpo es un decir del sujeto del significante. Para cerrar esta nota sobre el cuerpo, cito de nuevo a Lacan refiriéndose al cuerpo como fantasía: “¿Quién no ve que el alma no es otra cosa que la identidad supuesta del cuerpo ese, con todo cuanto se piensa para explicarla?”4.
- Lacan, J. La transferencia, S 8, Paidós, , Buenos Aires, 2003, p. 395.
- Citado por Deleuze y Guattari en Mil Mesetas, Pre-Textos, Valencia, 1988, p. 163.
- Lacan, J. “El estadio del espejo como formador de la función del yo”, Escritos 1, S. XXI, Buenos Aires, 1998, pg. 87.
- Lacan, J. Aún. SXX, Paidós, Buenos Aires, p. 33.